lunes, 3 de marzo de 2014
POBREZA
El abad Teodoro de Fermo tenía tres buenos códices. Fue a visitar al abad Macario y le dijo: «Tengo tres códices y su lectura me aprovecha mucho. Los ancianos me los piden también para leerlos y sacan provecho. Dime qué debo hacer». El anciano le dijo: «Buenas son esas cosas, pero lo mejor de todo es no poseer nada». Y al oírlo, el abad Teodoro se fue, vendió los tales códices y dio el dinero a los pobres.
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