viernes, 7 de febrero de 2014
HUMILLACIÓN
El abad Moisés dijo al hermano Zacarías: «¿Dime qué debo hacer». Al oírle, se echó a sus pies y le dijo: «Padre, ¿tú me lo preguntas a mi?». El anciano la contestó: «Créeme, Zacarías, hijo mío, he visto que descendía sobre ti el Espíritu Santo y esto es lo que me impulsa a preguntarte». Entonces, Zacarías se quitó el capuchón, lo puso bajo sus pies y mientras lo pisaba decía: «Si el hombre no es pisoteado de esta manera, no puede ser monje».
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