Sermones de San Bernardo de Claraval

jueves, 27 de febrero de 2014

LA PALABRA

Se contaba del abad Agatón que fueron a verle unos hermanos porque habían oído decir de él que era una persona de gran discreción. Y queriendo ver si montaba en cólera, le dijeron: «¿Eres tú Agatón? Hemos oído que eres un fornicario y un soberbio». Y él contestó: «Así es». Y volvieron a decirle: «¿Eres tú Agatón el charlatán y calumniador?». Y respondió: «Yo soy». Y de nuevo le dicen: «¿Eres tú Agatón el hereje?». Y les dijo: «No, no soy hereje». Y le preguntaron entonces: «Dinos, ¿por qué habiéndote dicho tantas palabras injuriosas las has llevado con paciencia, y en cambio al llamarte hereje no lo has soportado?». Y Agatón respondió: «Las primeras injurias me las atribuyo, porque ello resulta de provecho para mi alma. En cuanto que me llaméis hereje no lo admito, porque significa separación de Dios, y yo no quiero por nada de este mundo separarme de Dios». Al oírle se admiraron de su discreción y se fueron muy edificados.

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