Sermones de San Bernardo de Claraval

lunes, 13 de enero de 2014

APOTEGMA SOBRE LA VIVENCIA DE LA MUERTE

El abad Juan el Enano dijo: «Me gusta que el hombre posea algo de todas las virtudes. Por eso, cada día al levantarte, ejercítate en todas las virtudes y guarda con mucha paciencia el mandamiento de Dios, con temor y longanimidad, en el amor de Dios, con esfuerzo de alma y cuerpo y con gran humildad. Sé constante en la aflicción del corazón y en la observancia, con mucha oración y súplicas, con gemidos, guardando la pureza y los buenos modales en el uso de la lengua y la modestia en el de los ojos. Sufre con paciencia las injurias sin dar lugar a la ira. Sé pacífico y no devuelvas mal por mal. No te fijes en los defectos de los demás, ni te exaltes a ti mismo, antes al contrario, con mucha humildad sométete a toda criatura, renunciando a todo lo material y a lo que es según la carne, por la mortificación, la lucha, con espíritu humilde, buena voluntad y abstinencia espiritual; con ayuno, paciencia, lágrimas, dureza en la batalla, con discreción de juicio, pureza de alma, percibiendo el bien con paz y trabajando con tus manos. Vela de noche, soporta el hambre y la sed, el frío y la desnudez, los trabajos. Enciérrate en un sepulcro como si estuvieses muerto, de manera que a todas las horas sientas que tu muerte está cercana».

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